ESTRELLA MORENTE
Si de casta le viene al galgo, de sangre le viene al flamenco. O al menos eso dicen. Este sábado, la cantaora granadina Estrella Morente enamoró en el Auditorio Municipal Maestro Padilla a un patio de butacas lleno y entregado que vibró con cada una de sus canciones.
A las nueve de la noche dio comienzo un recital que la intérprete comenzó entre el público, apareciendo como de la nada para empezar a subir lentamente las escaleras, vestida de riguroso negro únicamente roto por unos bordados en clave de sol que adornaban su manto.
Con el telón aún abajo dio las buenas noches a los que habían decidido pasar disfrutando de su música la tarde del sábado recordando lo importante que para ella es Almería debido a la cantidad de buenos amigos con los que contaba su padre en esta tierra. Muchos de ellos, como Tomatito, o la familia Segura no quisieron dejarla sola en esa noche tan especial y ocuparon sus localidades en las primeras filas para ovacionar a la granadina.
Y aún sin subir el telón, apretando los puños y mirando al cielo, empezó a cantar un tema que dedicó a su padre, a capela, sin música. Posteriormente, ya con el telón arriba y una excepcional banda acompañándola comenzó el recital.
Primera ovación de la noche. Sin decir palabra, fue hilando canciones con un recuerdo especial a su tierra entonando aquello de “Granada del alma mía, si tú quisieras…” una de las Habaneras que ya cantara en su día el cantautor, también granadino, Carlos Cano.
Mientras que cambiaba el negro por el traje de flecos blanco, dos de los miembros de su banda interpretaron un rítmico solo de cajón que fue aplaudido por aquellos que asistieron anoche a este magnífico espectáculo de luces y ritmos. Como heredera del estilo particular que marcara su padre, al que los estudiosos definen como uno de los innovadores del flamenco, Estrella Morente mezcló la canción popular española con ritmos latinos, y salió a escena con un mantón azul que le dio vuelo durante buena parte del espectáculo.
De este modo, empezó una de sus coplas más enternecedoras, dedicada a Lola Flores, en medio de cuya letra intercaló algún que otro verso del fallecido Antonio Flores, a quien quiso también homenajear.
Su abuela Rosario, que no quiso perder la oportunidad de estar con ella durante el concierto, fue destinataria de una de las canciones y tras interpretarla la granadina cogió aire para contar al respetable que “hemos estado en la boda de la hija de nuestro querido tío Tomate, tenemos aquí gente que nos quiere mucho, tenemos amigos y personas que son muy importantes para mí, lo mismo que fueron para mi padre. Por eso y por muchas cosas más es por lo que siempre me he confesado una enamorada de Almería, de las cosas que tiene esta tierra, que es preciosa”. Como fin de fiestas, su sorpresa mejor guardada. Junto a ella en el escenario sus hijos, que no dejaron de bailar y dar palmas pese a su corta edad. La madre, orgullosa, les animaba a que siguieran el ritmo y las bailaoras que desde hace tiempo estaban acompañándola sobre las tablas dedicaron al público unos bailes individualizados.
Un concierto inolvidable, en el que Estrella jugó con los ritmos, con los sonidos que le han dado ese sello tan particular que imprime el corazón Morente.
Al despedirse, lo hizo igual que cuando entró. Bajando del escenario y paseando entre las butacas, todo ello con vítores de ¡Guapa! Y ¡Artista! Brindados por sus admiradores, entregados.